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Tejiendo la red social: nuestros chicos y la socialización.

tejiendo la red socialEl término socialización  hace referencia al proceso mediante el cual el individuo incorpora modos comportamentales adaptativos para la vida con otras personas.

Como tal, se inicia desde el nacimiento, dado que es en el seno familiar donde el niño aprende por primera vez a comunicarse, relacionarse, respetar normas, compartir y demás.  De este modo, el tipo de vínculo que desarrolle con la madre –u otro ser muy significativo desde el primer año de vida- marcará tendencias en futuras relaciones que mantenga con los demás.

 Así por ejemplo, vínculos basados en la sobreprotección dificultarán el crecimiento y socialización, al igual que padres excesivamente estrictos, ausentes o permisivos. Pero la palabra socialización dentro del ámbito infantil refiere a hacer partícipe al niño en la sociedad. Ante esto, surge frecuentemente la pregunta de los padres.

¿Desde qué edad es bueno comenzar a socializarlos?

Para responder a esta inquietud es bueno entender algunas características de los niños: en primer lugar, los niños de hasta 5 años son egocéntricos por naturaleza. Puede sonar mal, pero es bueno que así sea y lo necesitan. Esto les permite conocerse a sí mismos –condición necesaria para socializar- y construir una autoestima saludable. Es decir, no es aconsejable exigirle a un niño socializarse –interactuar con otros en ausencia de sus padres- antes de estas edades. Aunque usualmente muchos niños comienzan a hacerlo, no es estrictamente necesario. Además, es después de los 4 años que adquieren cierto desarrollo emocional que les permite tolerar frustraciones, controlar impulsos, esperar y disponer de recursos expresivos -como es verbalizar lo que sienten-, lo que es fundamental para poder socializar.

Por tanto, llegado el momento, para que un niño socialice adecuadamente requiere previamente de mucho afecto, contacto y juego con los padres y demás seres significativos. En la historia de la humanidad, la familia fue y será la agencia de socialización más importante en la vida, donde reciben las enseñanzas que los acompañarán durante toda la vida. Por ello el primer paso hacia la socialización es una base afectiva sólida en las relaciones familiares. Sin embargo, hay quienes se apresuran y por miedo a que el niño no sea sociable lo envían prematuramente a escuelas infantiles para que sea “independiente”, “para que se le vaya la timidez” o porque “tiene que aprender a compartir”. Presiones de esta naturaleza pueden generar ciertas dificultades. Esto es muy distinto a cuando su escolarización prematura responde a que sus padres –u otros familiares- no pueden cuidarlos ante las obligaciones laborales. En este caso es la mejor opción -ya que no es consecuencia de presiones o exigencias de socialización-.

De este modo no es casualidad que la escolarización comience a los 4 o 5 años, como también algunas actividades deportivas o de esparcimiento. La escuela es la segunda institución socializadora, donde el niño debe aprender a interactuar con pares y nuevas figuras adultas, como también a acatar leyes y normas. Aprenden que existe un orden que va más allá de la familia, que establece lo que socialmente es correcto y lo que no.

Algunas dificultades

Al iniciar la escuela suelen surgir –o evidenciarse- ciertas dificultades para interactuar con sus pares o adultos. Las dificultades pueden ser por un comportamiento inadaptado o por un desempeño muy tímido, en el otro extremo. Respecto del primero es importante recordar que nadie nace inadaptado, el inadaptado se hace. Y como se hace, puede deshacerse, ya que el comportamiento antisocial -cuando no es debido a una enfermedad en particular- es aprendido. Por lo tanto, la infancia es el momento más adecuado para re-educarlo. En este caso favorecer  juegos o deportes grupales les enseña in situ a socializar. Sin embargo habitualmente esto no es suficiente. Es necesario poner límites firmes, explicarles las razones de un comportamiento adecuado y por sobre todo, valorar los comportamientos adaptativos. Apreciar los buenos modales favorecerá a que se transformen en hábitos –virtudes- ya que les devuelve una imagen facultada de sí mismos.

En cuanto a la aparición del comportamiento tímido hay que tener en cuenta algunos aspectos. En primer lugar es bueno saber respetar que puede tratarse de un niño que temperamentalmente es más reservado. Puede asumir una actitud segura y tranquila sin sentir la necesidad de llamar la atención mediante una conducta muy extrovertida.

Por otro lado, permitir un tiempo prudencial a que dé sus “primeros pasos” socializando con pares y/o adultos –profesores de alguna disciplina- para que se adapte sin las presiones de los padres a que socialice automática e inmediatamente, facilitará este proceso. Sin embargo, hay que mantener un ojo abierto sobre el aislamiento social, ya que es indicador importante de desajuste o trastorno emocional, el cual debe ser atendido por un profesional de la salud.

Comúnmente un desempeño temeroso o en extremo tímido es debido a vínculos sobreprotectores que mantiene con sus padres. Esta sobrevinculación rígida debe ser reemplazada por una relación más flexible y permeable a otras personas. Es necesario entender que el niño al separarse paulatinamente de sus padres, naturalmente experimentará cierta cuota de estrés o ansiedad, pero esto es absolutamente beneficioso.

Lic. Lucas Malaisi

Psicólogo – autor del libro

“Cómo ayudar a los niños de hoy.

Educación Emocional”.

www.educacionemocional.ws

Publicado en: Educación Emocional
Etiquetas:
abracadabra, la familia, os, padres, revista

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