Hoy, los objetos “generadores de adicción” ya no son sólo las sustancias. Hidratos de carbono, tecnología, actividad física, trabajo y actividad informática pueden transformarse en una problemática del consumo.
La proliferación del discurso publicitario basado en el bienestar obtenido por el “objeto adecuado” parece empujar cada vez más a niños y adolescentes a situaciones de consumo problemático.
La infancia y la adolescencia se ven alienadas en mayor o menor medida por la tecnología y el consumo. Los niños están capturados y a veces desorientados en el mundo de la imagen que se expone en los medios y que ocupa un lugar central en cualquier actividad. Viven condicionados por slogans repetidos: “Simplemente hazlo” o “Nada es imposible”. Ya no somos solo los adultos los que estamos expuestos; niños y adolescentes están presionados por la velocidad y la rapidez; todo es urgente y vertiginoso; sus referencias han cambiado y cada vez se sostienen más en la realidad virtual, computarizada, informatizada y digitalizada.
Los niños se encuentran bajo numerosos imperativos, estimulados e incitados a consumir constantemente. Son niños que “se hacen” adultos lo más temprano posible, situación que se observa en sus actividades, su lenguaje, sus formas de juego, sus costumbres, además de la forzada responsabilidad.
Expectativas y exigencias
Las expectativas y las exigencias en torno a los niños se han multiplicado: la adquisición de una segunda lengua, el afán por manejar aparatos electrónicos y computadoras, la competitividad deportiva, la capacitación en múltiples competencias, etc. El exceso de expectativas, el afán de que obtengan éxito y logren las mejores oportunidades, presiona y acosa a los niños en función de que respondan a carencias que no son de ellos.
Hábiles usuarios de las tecnologías, comprenden la información multimedia de imágenes y videos igual o mejor que si fuera texto; consumen datos de múltiples fuentes, esperan respuestas instantáneas, están comunicados permanentemente y crean sus propios contenidos. Son “tecnófilos” consumados debido a que por medio de la tecnología satisfacen la mayoría de sus necesidades de entretenimiento, diversión, comunicación e información.
Muchos papás se sienten más tranquilos sabiendo que sus hijos están en casa, aunque permanezcan enchufados a una pantalla.
Los aspectos positivos
Por supuesto, hay aspectos positivos en el uso de las computadoras y las redes sociales.
. Favorecen el desarrollo de habilidades y destrezas, porque agudizan los sentidos y favorecen la coordinación.
. Producen la estimulación sensorial múltiple y audiovisual, que ayuda a fijar la atención y afinar la coordinación mano-ojo.
. Ayudan a seleccionar, memorizar y ejecutar una acción integral, lo que mejora la capacidad en la toma de decisiones y la tolerancia a la frustración.
. Incentivan la perseverancia para el logro de objetivos definidos, la retención de conceptos numéricos y la identificación de objetos y de colores.
Sin embargo, los niños se acostumbran a las pantallas (computadora, tablet, celulares) antes de aprender a leer y escribir pero, sobre todo, antes de saber hablar. Así se conserva la hegemonía del ver sobre el entender: exceso de lo imaginario que hace desaparecer paulatina pero insistentemente la realidad.
Esta forma de desconectarse de lo real suele ser una conducta aprendida de los padres. Se asimila la televisión, la compu, la tablet como compañía o como una forma de evasión ante los problemas cotidianos y, peor aún, ante la comunicación familiar. En definitiva, las pantallas son excelentes niñeras, tranquilizadoras y evasoras.
Invasión tecnológica
El Otro social, contemporáneo, que es evaluador por excelencia, trata el sufrimiento de los niños o adolescentes a partir de nominaciones: “es hiperactivo”, “oposicionista”, “adicto”, etc. Con seudo explicaciones científicas se obtiene una respuesta explicativa responsable de todo el malestar, perdiéndonos de vista el sufrimiento, el dolor y los recursos que tienen a mano para manifestarlo.
Los niños interpretan y aprenden bajo nuevos esquemas que han sido construidos dentro de un entorno mediado por la tecnología. Esta tecnología es acercada por los adultos porque ellos no cuentan con poder adquisitivo.
Los hijos consumen en función de lo que consumen sus padres. ¿Es necesario esto? Podría ser una buena pregunta para hacerse frente al pedido de los niños o la presión propia de darles lo que no se pudo tener. ¿Darles objetos es cumplir sus deseos?
El problema está en el exceso, en que los niños dejen de hacer cosas importantes para su desarrollo por estar inmersos en los objetos tecnológicos. ¿Qué se puede hacer frente a la invasión tecnológica en las familias?
Un sujeto se encuentra en situación de riesgo en torno al consumo cuando:
. Tiende a aislarse de los vínculos directos, de la comunicación persona a persona.
. Ignora otros aspectos de la vida cotidiana.
. Se le altera el sueño para permanecer “enganchado en la red”.
. Descuida otras actividades.
Los famosos límites
Para prevenir esta problemática, es necesario establecer un horario de juego con periodos de descanso y proponer otras actividades de carácter deportivo o social reales para su edad.
Los adultos debemos estar alerta porque en la red los niños y adolescentes pueden entrar en contacto con personas que tienen dobles intenciones, encontrar información que no pueden procesar, exponerse al acoso de otros niños o tomar contacto muy tempranamente con contenidos difíciles de incorporar y entender.
Cuando establecemos límites, los niños aprenden a distinguir lo necesario del deseo que nunca es satisfecho. Intentemos mantener posturas coherentes entre lo que se dice y se hace. Los niños necesitan de un adulto que les ayude a interpretar el mundo, sin descalificar sus propias formas de aprehenderlo.
Lic. Laura Alcaraz
coordinadora Área de Capacitación del Plan
Provincial de Adicciones – DGSM