La narración oral es sencillamente contar cuentos, historias, leyendas, que viajan de boca en boca hasta nosotros. Es una de las formas más antiguas de comunicación humana. Existe desde que existe un lenguaje, muy anterior a la escritura. Por ella se ha transmitido la sabiduría de la humanidad desde sus inicios hasta hoy: viva y dinámica, en forma de historias, mitos, leyendas, gracias a los narradores primitivos, luego devenidos en juglares y trovadores. Al entrar en el ámbito doméstico nace el cuento, en la voz de madres, abuelas, y con el cuento va el cuentacuentos, que lleva de pueblo en pueblo historias de todo origen, recreadas en un proceso artístico intuitivo y seductor.
Además del texto (el mensaje, las palabras) son importantes la voz, las pausas, los gestos, miradas… un contexto que se construye con la presencia de quien cuenta y quien escucha. Se construye intimidad, presencia.
O sea que es una actividad muy antigua, pero que tiene vigencia actual.
Así es, hoy la narración oral está presente en el hogar, en la rueda de amigos, en el fogón… claro que ha perdido mucho terreno con la abundancia de pantallas que experimentamos hoy.
¿Pantallas?
Claro, las de cine, televisión, computadoras, videojuegos… todo este reino de la imagen controlada ocupa un importante lugar en la comunicación y la relación entre la gente. Hoy chicos y grandes pueden pasar más tiempo frente a pantallas que atentos a rostros o voces reales. Y decimos que son tiempos de mucha imagen, pero de poca imaginación.
¿Porqué?
Porque esa información generalmente te llega terminada, hay muy poco para procesar, todo es explícito, es un producto que se consume. Es muy diferente a lo que sucede cuando alguien te narra una historia: ahí vos construís en tu imaginación escenas y personajes, hay una gran actividad mental y emocional en ese sentido.
Entonces sería importante no abandonar esa actividad
Claro que sí, y esto también vale para las otras habilidades que se ejercitan al escuchar un relato; te las leo porque son muchas: la narración oral estimula la lectura, la escucha y el descubrimiento de sensaciones, entrena en el uso de la palabra, el gesto, la imaginación y la memoria. Desarrolla hábitos de atención, imaginación y pensamiento creativo. Estimula la socialización mediante vínculos afectivos, posee carácter lúdico, facilita la interrelación de lenguajes artísticos incrementando las capacidades de concretar el poder expresivo del lenguaje y lograr la aproximación niño-adulto.
Hablando de leer:¿el narrador lee?
En el momento de narrar, no lee. La historia se dice, se cuenta mirando a los ojos al que la escucha.
O sea, hay que aprendérsela de memoria
Sí, pero no como alguien que se aprende un poema de memoria para recitarlo. Es otra memoria la que se utiliza, es como cuando contás una anécdota tuya, o un viaje: vas recordando, (de re-cordis: volver a pasar por el corazón) viendo en tu interior el viaje, el suceso, y a medida que transcurre en tu recuerdo vas contando lo que “ves”. La historia está viva, nunca acabada, cambia según el momento, quien la cuenta, quien la escucha.
¿Cómo encuentra sus historias el narrador?
Pueden llegarle al oído contadas por otro, ese otro puede ser una persona real, la radio o el cine. Puede crearlas o componerlas él mismo. Puede leerlas en un libro, y en este caso hay que “oralizar” el cuento, o sea: adecuarlo para que funcione bien al contarlo. Este es otro arte, hay como una traducción a otro lenguaje.
¿La narración oral es una capacidad innata, se aprende como un arte?
Hay una capacidad natural, que algunos tienen más desarrollada, es la del narrador espontáneo y eficaz en su medio, en el ámbito familiar, social, en el aula. Se puede ejercitar como cualquiera de nuestras habilidades, con la práctica y la observación. Para esto hay técnicas, herramientas que se trabajan en talleres y seminarios especializados.
Y además existe hoy la narración oral escénica, tratada como un arte interpretativo, cercano al teatro pero con un espacio propio, con artistas que hoy recorren el mundo con espectáculos montados en producciones profesionales.
Entonces, la narración oral sucede cuando alguien le cuenta un cuento a un niño antes de dormir o una maestra a sus niños en el aula, cuando un pescador exagera el tamaño de sus presas ante sus pares, cuando en una reunión se cuentan anécdotas emocionantes o graciosas; en asados o en rondas, como las Ollitas que hacíamos en Argonautas.
Y la narración escénica se da en teatros cerrados o en plazas, en escuelas, bibliotecas, donde frente al cuentacuentos hay un público fascinado: todo es creíble, todo es real mientras dura el cuento.
¿Eso se puede ver en Mendoza hoy?
Estamos tratando de que sea algo habitual, de formar una audiencia. Intentaremos ofrecer una función por mes, más rondas y talleres. En Junio-Julio ofrecimos el taller “viva la palabra” en EdeLij, delicioso espacio de literatura infantil y juvenil conducido por Silvina Juri ( www.edelij.com.ar) cerrando con una ronda-muestra en la Sala Ana Frank. También vamos a los departamentos (comenzamos en Tupungato), donde podemos dar una función para niños, tal vez un taller para maestros y gente interesada y a la noche, una ronda con los cuenteros del lugar, esos viejos sabios que nos deleitan con sus historias en las que se desdibuja el límite entre realidad y fantasía: ahí escuchamos, aprendemos directamente de la fuente el arte de la oralidad.
¿Qué están preparando ahora?
A principios de Noviembre arranca la réplica del módulo inicial del taller “viva la palabra”, en la Biblioteca Mauricio López, de la Fundación Ecuménica, calle Chile 771 de Mendoza. Y a fines de Noviembre llega el maestro colombiano Daniel Hernández Corredor, quien va a dar talleres avanzados y funciones en varios espacios de Mendoza.
A quien le interesen nuestras actividades le rogamos escriba a este correo: laollita@yahoo.com.ar
Le responderemos con detalle de fechas, lugares, y toda la información que requiera.
Como despedida, ¿qué aconsejás a quien se interesa por la narración oral?
Que cuente y escuche, que aproveche cada ocasión que se le presente para narrar o apreciar una historia.
¿Y si hay alguien que le gusta contar, pero no se anima, o le parece que no lo hace bien?
Todos sabemos contar, cada uno en su estilo.
Hay que descubrir ese narrador que llevamos dentro, valorarlo, mejorarlo si es necesario puliendo sus fallas, afirmando sus aciertos. Para este fin hemos diseñado la etapa inicial del taller VIVA LA PALABRA: es un espacio posibilitador donde descubrir y potenciar aptitudes, ganar confianza para que disfruten juntos quien cuenta y quien escucha, porque como dice el narrador cubano Francisco Garzón Céspedes: narramos con el público y no para el público, para que el cuento crezca con todos y de todos, entre todos.
Equipo Abracadabra